9 dic 2011

Harto (II)


Con cierta dificultad finalmente llegué a la azotea junto a aquel desdichado; era la típica azotea dejada a merced de las inclemencias del tiempo a la que nadie suele subir ni se encarga de cuidar, estaba llena de barro probablemente a causa de las lluvias, junto a la puerta había un tendedero viejo, quizás de la única mujer que tendía su colada en ese solitario lugar. Me asomé a la cornisa y pude ver a tres o cuatro personas caminando por la calle, ni me había fijado pero parecía que estábamos en un edificio de 7 plantas, habría unos 20 metros desde mi posición hasta el asfalto. Con cierto temor a caerme me subí a la cornisa mientras seguía sujetando a aquel hombre.
-sube –le ordené firmemente al de la corbata, de primeras no reaccionó  y me miró con la misma cara con la que se mira un demente pero bastó un simple tirón para hacerle subir conmigo, -bien, ahora quiero que llames la atención, que sepan que estamos aquí –volví a decirle, parecía que aquel hombre por fin hacia algo que ambos queríamos.

-¡¡EEEEEEEEEH, AQUÍ ARRIBA!! ¡¡EEEEEH!! –gritaba el ejecutivo, y acto seguido todos los peatones alzaron sus cuellos para ver lo que allí pasaba, una simple voz proveniente de una escena poco usual y toda la gente acudirá como moscas. La gente ya era consciente de aquella escena y cada vez se iban reuniendo mas y mas mirones, además la supuesta mujer de mi rehén ya habría alertado a la policía por lo que no tardaría en llegar, mientras tanto veía a aquel pobre hombre muerto de miedo y sollozando, por un momento me entraron remordimientos e intenté tranquilizarle un poco:
-Escúcheme bien, me llamo Javier Domínguez y deseo estar haciendo esto tanto como usted estar aquí, pero es la única manera que tenemos las personas de clase baja de ser escuchadas
-¿pero por que yo? ¿qué quiere de mí? 
-nada, absolutamente nada, le ha tocado a usted como le podía haber tocado a su vecino o a alguien de tres calles más allá, he elegido a alguien al azar y ha sido usted, nadie tiene la culpa
-¿pe…pero que pretende conseguir? ¿que va a hacer?
-….. ahora lo verá….


Finalmente llegó un viejo coche de policía y casi seguidamente el camión de bomberos, el policía copiloto sacó un megáfono y se dispuso a hablar:
 -atención, le habla la policía, por favor baje de la cornisa y suelte el arma lentamente, podemos ayudarle
-ayudarme…..já –pensé yo al mismo tiempo que veía como el segundo policía entraba en el edificio, seguramente para pillarme por detrás, y como los bomberos desplegaban la colchoneta hinchable por si se me ocurría saltar; a duras penas también pude ver a algún que otro videoaficionado de esos de cámara en mano que desean que ocurra una desgracia solo para ser los primeros en inmortalizarlo todo
-escúcheme, sea cual sea su problema seguro que tiene solución, por favor no salte y mucho menos arrastre a un inocente con usted

Tenía poco tiempo, el otro policía no tardaría en aparecer y tampoco me apetecía alargar más la situación, creo que había llegado el momento:

-Escúcheme y preste atención señor agente, estoy harto de esta sociedad en la que impera la maldad y la desfachatez, harto de ver como los que mandan se dedican a hacer recortes y más recortes que fastidian a los ciudadanos mientras van en su flamante coche oficial con sus pensiones vitalicias y sus carísimos lujos innecesarios pagados de nuestros bolsillos, harto de la política de este país en la que hay que votar a blanco o negro porque los medios no pretenden dar a conocer el color gris, harto de que la gente se cruce de brazos mientras les roban en sus propias narices, harto del penoso sistema judicial en el que puedes matar a una persona y salir libremente al poco tiempo, sin hablar de ladrones y carteristas que directamente ni pisan la cárcel, un sistema judicial en el que si tienes dinero no importa lo grave que haya sido tu delito....

La puerta se abrió tras de mí, el segundo policía había llegado y me apuntaba con su arma, me giré hacia él para no perderle de vista y continué gritando.

-….harto de la violencia, del poco respeto a la vida humana y a la dignidad de las personas, de los que abusan de los débiles y de los que se sienten superiores…….pero sobre todo estoy harto de que la opinión de personas como yo no se tenga en cuenta y no sirvan absolutamente para nada, harto de que hagan creer a la gente que las cosas siempre van a seguir así, que no tienen oportunidad de cambiar, harto de que la gente no se dé cuenta de que unida pueden mover el mundo, estoy harto, ¡¡HARTO!!

Y se acabó, eso era todo, todo el numerito que había formado solo era para decir eso y ser escuchado, sabia a lo que me arriesgaba pero no vi otra forma de hacerlo, mi infame cruzada había terminado así que quité el cuchillo de la garganta de aquel hombre y le deje marchar; el hombre no tardó ni medio segundo en bajar de la cornisa y salir corriendo de ese lugar, entretanto no hacía falta que el policía me dijera lo que ya sabia así que yo también bajé de la cornisa, puse el cuchillo lentamente en el suelo, puse las manos en mi cabeza despacio y decidí entregarme, -me rindo sin oponer resistencia – a pesar de mis palabras el policía rápidamente me redujo tirándome al suelo como un vulgar ladronzuelo y me ponia las esposas mientras me leía mis derechos, después bajamos del bloque y me metió en el coche patrulla.

Llevo tres días en la celda de comisaria, creo que hoy me trasladan a otro lugar pero no sé a dónde, probablemente a la cárcel a la espera de que salga el juicio por asalto y secuestro; tanto ayer como esta mañana he podido oír como coreaban mi nombre a través de la ventana que da al patio, así como una especie de manifestación a las puertas y canticos de “queremos ser escuchados”, si pudiera apostar diría que alguno de esos videoaficionados que me grabaron colgó el video en internet y rápidamente se habrá difundido mi mensaje a través de redes y medios de comunicación. Sé que lo que hice no está bien y que no fueron los métodos correctos, pero me gusta pensar que al menos lo que hice ha servido para algo, pensar que las cosas finalmente pueden cambiar.


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