Era un jueves por la tarde como otro cualquiera y además hacia buen tiempo, tampoco tenía nada mejor que hacer así que decidí coger mi abrigo y salir a la calle.
En días así me gusta salir a pasear un rato, darme una vuelta por el paseo marítimo y relajarme con el sonido de las olas y las gaviotas sintiendo la brisa fresca en mi cara. Casi nunca me doy cuenta pero me pongo a andar y a andar y finalmente llego hasta ese banco, el banco donde siendo niño conocí a una persona que, si bien no cambió mi forma de ser, me hizo ver las cosas de otra forma distinta de las que habitualmente se ven, entonces mi memoria empieza a trabajar y me pongo a recordarle.